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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado

Capítulo 526
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Capítulo 526

Después de curarse a si misma, no pudo evitar acercarse y preguntarle, “Violeta, ¿será que Rafael te trata así

porque ahora tienen un hijo? ¿Acaso normalmente no puede ver a nadie más que a ti en sus ojos?”

¿Será cierto?

Cuando Violeta fue confrontada con esa pregunta, se quedó pasmada durante un par de segundos.

Parecia que realmente era así. Sin importar donde estuvieran o cuánta gente hubiera alrededor, esos ojos

profundos y seronos de Rafael siempre parecian posarse inconscientemente solo en ella, como un candado,

manteniéndola siempre firmemente asegurada.

Ella lo penso seriamente y luego le preguntó con mucha intención, “¿Quieres escuchar la verdad?”

Al oir esto, Silvia de inmediato dejó de hacerse daño y negó con la cabeza como si estuviera tocando un tambor,

“Dejalo, mejor haz como que no pregunté!”

¡Eso era exactamente lo que Violeta quería!

Silvia se sacudió la cola de caballo que llevaba detrás de la cabeza, tratando de despejar su mente por completo.

Ella estaba decidida y no se arrepentiría, ya que había tomado la firme decisión de bendecirlos, entonces tenía que

renunciar por completo. ¡No sería una persona indecisa!

Además, aunque habia perdido un sueño amoroso, se había ganado una amiga íntima, jasí que no había salido

perdiendo!

Silvia se dejó caer en el sofá junto a ella, rodeándola con un brazo, y acercó su rostro al de Violeta, “Violeta, la

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verdad es que vine porque tengo un favor que pedirte…”

“¿Qué es?” Violeta entrecerró los ojos.

Silvia soltó una risita y le dijo de forma conciliadora, “Mira, ahora que hemos pasado de rivales a mejores amigas,

¿podrias hablar con tu abuelo por mi? ¡No quiero que me echen! Llevo siete años sin volver aquí y apenas he

estado aquí unos días. Mi plan era buscar un trabajo en Costa de Rosa, ¿sabes? ¡Los que regresan del extranjero

tienen ventajas, ayúdame por favor!”

Silvia habia decidido volver a su país no solo por Rafael, sino también porque en el fondo sentia un profundo lazo

con su tierra natal. Después de muchos años de estudios y vida en el extranjero, todavía deseaba regresar a sus

raíces.

Al escucharla, Violeta no pudo evitar sonreír.

No era solo cuestión de que el abuelo diera su consentimiento, sino que le estaba pidiendo que hablara con Rafael.

Silvia era astuta y sabía que, incluso si Luis se ablandaba, la actitud de Rafael sería decisiva, porque si él insistia en

una explicación, Luis no tendría otra opción.

Violeta asintió, “Está bien, llamaré a tu abuelo.”

Silvia se alegró de inmediato y abrazó el rostro de Violeta con un beso, “¡Violeta, muchísimas gracias! ¡Te quiero!”

Violeta, con disgusto, se limpió la saliva de su cara, pensando para sí misma que vaya chica realmente cariñosa

como el sol.

Justo en ese momento, Rafael, que bajaba las escaleras, presenció la escena.

Al ver a Silvia prácticamente colgada de su hombro como un cachorro, y sus labios recién apartados de su rostro,

sus ojos se oscurecieron de inmediato y su expresión se tornó sombría.

Rafael, con las manos en los bolsillos, entró al salón y, sin decir una palabra, su oscura mirada lanzó una clara

señal de que era hora de que Silvia se marchara.

Silvia, alcanzada por esa mirada infortunada, se enderezó de inmediato y casi saltó del sofá, “Eh, Violeta, acabo de

recordar que tengo cosas que hacer, ¡me voy!”

Porque si no se marchaba rápido, tenia la sensación de que Rafael podria literalmente echarla, mejor ser

consciente!

Violeto en realidad había querido invitarla a almorzar, pero al ver la expresión poco amable de Rafael, decidió no

decirle

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nada.

Se apresuró a decir, “¿Quieres que Pablo te lleve en el auto?”

“Ah, si, ¡sería de mucha ayuda!” Silvia asintió y luego corrió hacia la entrada.

Una vez que Silvia se fue, Rafael la llevó de vuelta al sofá y sacó un pañuelo de papel para limpiar su rostro, aún

estaba molesto por lo que acababa de ver

“Ya me limpié…” le dijo Violeta.

*¡No quedó bien limpio!” Rafael frunció el ceño, sin disminuir en absoluto el ritmo de sus movimientos.

Violeta, resignada, le recordó, “Pero ella es una mujer…”

“¡Ni machos ni hembras!” Rafael le dijo con voz grave.

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“…” Violeta se quedó sin palabras, de acuerdo, jél había ganado!

Afuera, la noche era profunda, y después de ponerse el pijama y secarse el cabello, Violeta abrió la puerta del baño

y salió de puntillas.

Cuando entró a bañarse, Rafael había ofrecido ayudarla, pero ella, con el rostro enrojecido, lo rechazó firmemente.

Hace cuatro años, cuando tuvo a Nono prematuramente, se había resbalado en el baño, por eso él estaba

especialmente preocupado. Afortunadamente, las baldosas del baño ya eran antideslizantes, de lo contrario, ella

estaba segura de que él hubiera cambiado todo el piso.

Rafael estaba solo con un calzoncillo y una toalla alrededor de la cintura, con una sábana cubriendo su cadera,

dejando ver un borde sensual de la cintura de sus calzoncillos. Estaba apoyado en la cabecera de la cama, bajo la

luz de la lámpara, con un libro abierto en las manos.

“¡Con calma!”

Al oir el ruido, inmediatamente dejó el libro y extendió la mano para ayudarla, “¿No te dije que me llamaras para

ayudarte a salir?”

“¡No soy tan delicada!” Violeta le entregó su mano obedientemente, pero también lo regañó suavemente.

Ella se metió debajo de las sábanas y se acurrucó en sus brazos. Al ver que él tomaba el libro de nuevo, le

preguntó con curiosidad, “Rafael, ¿qué estás leyendo?”

Violeta estiró el cuello para ver el libro, y en la portada había un dibujo de una mujer embarazada con el título

“Guía Completa para el Embarazo” al lado. En la mesita de noche, había una pila de libros con títulos como

“Educación Prenatal Perfecta” y “El Gran Libro del Embarazo de Diez Meses”.