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Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 43
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Nadie va a arruinar nuestra noche.
Mi mano temblo por un momento y por poco dejo caer el celular al suelo, sentí el frío recorriendo mi cuerpo y erizando mi piel a
su paso, los estragos en mi estómago casi hacen que devuelva todo lo que comí en el dia.
Miré a Tristán, aún en mi brazo, su cabeza reposaba en mi hombro y parecia que estaba por quedarse dormido.
Abri mi boca para responder, pero las palabras se quedaron en mi garganta, me resultaba casi imposible pronunciar palabra
alguna.
– Sarah, sé que estás ahí, estoy escuchando tu respiración. Responde, žtuviste un hijo? – al escuchar su voz que se volvió
gélida y con cierta desesperación, sali de mi ensimismamiento y me acerqué a Maga para que tuviera a Tristán por un
momento.
¿Cómo lo supo?
Esta no’era la manera que debía saberlo, no por otra persona que no fuera yo, era un tema que solo me compete a mi.
– ¿De dónde ha sacado eso, Sr. Lancaster?-pregunté sin responder a su pregunta, pues antes, queria saber cómo diablos se
entero.
Eran muy pocas las personas que lo sabían, mis amigos, mi familia y el personal de la empresa, pero estos últimos, habían
firmado un acuerdo de confidencialidad, por lo que no tenían permitido mencionar lo más mínimo relacionado a Tristán.
Caminé hasta el balcón, alejándome de Maga y de mi hijo, el viento golpeaba mi cuerpo, pero ni siquiera podía sentir un poco
de frío, mi pulso aumento de sobremanera y mi respiración era pesada.
– ¿Debo tomar eso como un si? -preguntó impaciente y cerré mis ojos frustrada porque esto se iba a volver una guerra de
preguntas sin respuestas.
Mordi mi labio inferior con fuerza y trate de calmarme o terminaría diciéndole cualquier locura.
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– Sr. Lancaster, no le dare una respuesta si no me dice de dónde ha sacado tal cosa. -me impresionaba mi voz tranquila y
serena, cuando por dentro estaba muriendo de nervios y rabia a la vez. .

Escuché un estruendo del otro lado de la línea, como si hubiese lanzado algo al suelo y soltó un largo suspiro que me puso los
vellos
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de punta.
– Di mi palabra de que no diria el nombre de la persona que me ha dicho esto, pero te lo diré solamente porque quiero escuchar
la respuesta de ti, con tu propia voz.-tragué en seco, mientras mis manos seguían temblando como si estuviera muriendo de
frio, pero mis mejillas estaban ardiendo como el mismísimo infierno. –Michelle Boyer.
Mis ojos se abrieron en gran medida y la rabia en mi ser aumentó.
¡Esa mujer
¡Esa estúpida mujer se atrevió a seguir metiendo sus narices en mis asuntos!
Acaba de firmar su sentencia de muerte, no solo acabó con la poca paciencia y tolerancia que me quedaba, sino también acaba
de infringir el acuerdo de confidencialidad, esto le traeria problemas con mi padre y lo más probable es que sea despedida
directamente.
– ¡Clarol Boyer, ¿cómo no se me ocurrió antes? —pregunté más para mí misma, pero Alexander me escuchó.
Michelle estaba entrando a un terreno donde no habría nada ni nadie que pudiera salvarla, se estaba metiendo con mi hijo y eso
no lo iba a permitir.
– Si, Boyer. Es cierto o no? Dime, ¿tienes un hijo?-miré el cielo oscuro, mientras me preguntaba, por qué nada podía salir como
lo : tenia planeado. –Sarah...
– Si, tengo un hijo. –respondi con voz serena al escuchar su tono de advertencia.
.
::: El silencio se hizo presente y podia escuchar los latidos de mi corazón que por poco sale disparado de mi pecho, mis piernas
temblaron por los nervios y el pánico que me recorria entera. Se me hizo casi imposible respirar con normalidad por la punzada
que

sentia en mi pecho.
Froté mis dedos en la frente, la jaqueca amenazaba con aparecer, esa sería la cereza del pastel.
– Increible. -murmuró antes de soltar una risa sin gracia, como si le resultara imposible de creer. -¿Es de Paul o de Vincent?
Porque tienes tantos amorios que ni siquiera se puede saber de quién és. -alcé mis cejas sorprendida por lo que acaba de
insinuar.

¿Por quién me toma?
No me faltaron las ganas de colgar el teléfono y seguir ocultándole que es su hijo, pero tomé una bocanada de aire calmando
mis
impulsos y pensando que ya era la hora de que lo supiera.
Días más, días menos, de todos modos lo iba a saber.
– Alexander. -dije su nombre sintiéndome realmente molesta, tomé un respiro y me repeti una y mil veces que debería seguir
tratándolo de usted. -¿Usted cree que si alguno de ellos fuera el padre, yo estaría respondiendo a sus repentinas preguntas o
siguiera manteniendo esta inesperada llamada? Yo no deberia informarle a usted sobre mi vida privada después del divorcio, no
obstante, aquí estoy respondiéndole. -dije completamente seria, mientras pensaba lo mucho que me costaba decirle
directamente que él es el padre de mi hijo.
De hecho, decirlo por llamada no era lo más apropiado.
– ¿Qué quieres decir con eso? Sarah, sé más directa, no estoy de humor para tus rodeos. -solté una risa silenciosa por lo lento
que está siendo, la ira no lo dejaba analizar mis palabras, el malhumor se seguia notando hasta el otro lado de la linea, solo con
su tono de voz y la respiración agitada, podía darme cuenta que estaba cabreado, como si le afectara demasiado que hubiese
tenido un hijo de otro hombre.
Eso no debería importarle en lo más mínimo, después de todo, él me cambió por otra mujer, ¿acaso no queria ser libre? ¿Con
qué . derecho me reclamaba? ¿Se le está olvidando que estamos felizmente divorciados?
– No creo que sea lo más adecuado hablar de este tema por teléfono, ¿qué tal si... -iba a invitarlo mañana a casa para que
conociera a Tristán, hoy no sería posible porque estábamos sobre la hora para la pasarela de hoy, sin embargo, habló

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interrumpiendo lo que estaba por decir, estaba cegado por la ira.
– Tanto te cuesta decir quien es el padrel ¿Acaso no lo sabes?-me quedé en silencio por unos segundos, a punto de perder la
poca
paciencia que me quedaba por lo molesto y poco racional que se estaba volviendo Alexander.
– ¿Tanto le afecta lo que haga o deje de hacer, con quién voy o con quién no? Si está muy interesado en saberlo, solo espere
que lo
presente el último día de la semana de la moda. Hasta luego. – finalicé la llamada, sintiendo mi corazón latir a mil por hora.
Respiré hondo, recuperando la compostura.
Vale, Alexander ya sabía de la existencia de mi hijo, ahora el tema es decirle que era suyo y probablemente no me crea, pero si
le
queda dudas después de ver el gran parecido con él, podla hacerle cualquier prueba, yo lo iba a aceptar,
Mi teléfono volvió a sonar, era él otra vez, ignoré la llamada y volvi a la habitación donde Maga estaba desvistiendo a Tristán
para
darle un baño.
Una vez más, el teléfono sonó y no me quedó de otra que apagarlo, ya no quería hablar sobre mi hijo, cuando él me acusaba
indirectamente como una mujer fácil.
No quiso escucharme cuando le iba a proponer que viniera, antes de lo planeado, ahora iba a retomar mis planes y él debia
esperar.
En el desfile de esta noche, Abby no paraba de burlarse de los chismes más recientes donde me involucraban con mi propia
familia, Paul no parecía muy contento con la nueva oleada de ataques, pero lo calmé contándole lo que tenía planeado y lo
mucho que iba a disfrutar ver la humillación en el rostro de Amelia.
–¿Será que la vicepresidente tendrá el resto de la noche disponibļe? —preguntó Paul a mi lado, cuando Abby se distrajo con .
Vincent.

Lo miré avergonzada por haber arruinado la primera cita, pero esta noche no habla nada que impidiera nuestra cita. — Esta
noche está totalmente disponible para nuestra primera cita, no creas que se me ha olvidado. –respondí lanzándole una
mirada de complicidad y automáticamente sonrió.
– Hoy no te dejaré escapar. –Susurro en mi oido y tomó mi mano para entrelazar nuestros dedos sobre su pierna, lejos de
incomodarme, me agradaba su cálido tacto.
El desfile comenzó y di por finalizado el tema.
Le lancé una mirada a Michelle, quien estaba sentada a una distancia considerable, no pude evitar sonreír con satisfacción.
Antes de venir, le habia contado a mi padre absolutamente todo y dejó que asistiera esta noche al desfile, pues seria su última
noche
en New York, porque mañana, después de firmar el contrato de colaboración, le iba a pedir su renuncia inmediata.
Eso no hubiese pasado si se hubiese mantenido al margen y lejos de asuntos que no son de su incumbencia.

Clavé mi vista en los diseños de esta noche que lucian unos mejores que otros, confirmando así, la decisión de la junta
directiva.
Nada ni nadie me distrajo hasta que la pasarela llegó a su fin.
Esta noche me iba a saltar cualquier otro evento para pasarla junto a Paul, quien me ha sido tan paciente conmigo.
Antes de esfumarme, saludé a algunos representantes de las marcas de esta noche y me despedi de mis padres y amigos,
dejando a Jack a cargo de cualquier imprevisto.
Caminé enganchada del brazo de Paul, hacia la salida, mientras le preguntaba sobre el lugar al que me iba a llevar, pero insistia
en
que era una sorpresa y si me lo decía lo arruinaria.
Un cuerpo se interpuso en nuestro camino y la sonrisa desaparecio de mi rostro al darme cuenta que era Alexander.
Lo que me faltaba.

-Sra. Petit, me parece que tenemos una conversación pendiente
su aura fría me produjo escalofrios, su fría e indiferente mirada
viajó de Paul hacia mí y fue imposible que mis manos volvieran a temblar al recordar nuestra conversación por llamada.
– Buenas noches, Sr. Lancaster, creo que ha olvidado los modales. -Paul habló, antes de que pudiera pronunciar palabra
alguna,
me aferré a su brazo, como si fuera lo único que pudiera mantenerme estable ante la presencial de Alexander.
– Disculpe, Sr. Dubois, pero no estoy hablando con usted, ¿se puede retirar? Necesito hablar con la señora. -apreté ligeramente
mi agarre en el brazo de Paul y le lancé una mirada mientras negaba lentamente con mi cabeza.
– Lo siento, pero no pienso separarme de Sarah, lo que tenga que hablar con ella lo puede hacer delante de mi. -Paul estaba
rigido a mi lado, listo para defenderme de ese imbécil que se crela el mandamás, sin embargo, no quise que se involucrara
demasiado.
– Paul no se irá a ningún lado, creo que todo quedó claro, no tengo nada de qué hablar con usted. -respondi con calma, sin que
su
presencia me perturbara.
Enarcó una ceja mirando con hostilidad a Paul, como si verlo fuera lo más molesto para él.
– Oh, ya veo. Entonces es él. -dijo sin apartar la mirada del castaño. Paul me miró confundido y solo me limité a acariciar su
mano
para que no se preocupara por nada.
Volvi la mirada a Alexander, quien miraba con el ceño fruncido el contacto de mi mano con la de Paul.
– Ya le dije, Sr. Lancaster, el último día del desfile lo sabrá, claro, si es que está muy ansioso por saberlo. No se desespere. –
dije con
una sonrisa despreocupada. -Continue disfrutando del evento.

Tiré del brazo de Paul y caminé junto a él pasando por un lado de Alexander, pero nos vimos obligados a detenernos cuando
habló.
– No hace falta esperar cuando la respuesta es más que obvia. El padre de su hijo es el Sr. Dubois. -esta vez Paul me miró
confundido y supe descifrar su mirada.
Se dio cuenta que Alexander sabla de la existencia de mi hijo, pero era toda la información que le dieron.
– ¿De qué está hablando? –me preguntó Paul solo para que yo escuchara,
Ya estaba cansada de Alexander, estaba actuando como si le debiera algo, como si fuera muy importante para él saber sobre
mi vida, o como si aún fuera su mujer cuando eso terminó hace años. Es mi problema lo que hacia o con quién lo hacía.
Además, este no era el lugar adecuado para conversar de algo tan importante como lo es mi hijo.
-Sr. Lancaster, ¿le debo dar explicaciones de mi vida? Le vuelvo a recordar que nos hemos divorciado, puedo hacer con mi vida
lo
que me piazca. -dije tajante y noté como sus músculos se tensaban, esbocé una sonrisa antes de decir. -Al fin y al cabo, son
tantos mis
amorfos que no se sabe de quién pueda ser.-repeti sus mismas palabras, cuando insinuó lo peor de mí, como si todos los
chismes que
inventaron fueran reales.
Me miró con los ojos entrecerrados y su rostro se volvió rojo de ira.
No quise perder un minuto más de mi preciado tiempo y retomé mi camino junto a Paul que parecía molesto por la situación y
no
era para menos.
– ¿Qué está pasando, Sari? –preguntó Paul una vez que estuvimos dentro del auto y lejos de cualquier persona que pudiera
escucharnos.

Me sentia mal por el momento tan incómodo que tuvo que pasar por mi culpa.
– Luego te cuento, Paul, no tienes nada de qué preocuparte. Lo importante es que, nadie va a arruinar nuestra noche.