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Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 44
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Cita.
No recordaba la última vez que había tenido una cita, fueron tan pocas veces, que ya no existian aquellos momentos en mi
memoria.
T
.
Definitivamente, Paul se lució esta noche.
Había reservado un crucero con cena en New York, con vista a la estatua de la libertad. La vista era increíble, el ambiente de
lujo y la
atención digna de una primera cita, no podia esperar menos viniendo de Paul.
Luego de cenar, brindamos con champagne por la primera vez que por fin salla con él después de tantos años de insistir, fingio
estar
dolido por las incontables veces que fue rechazado por mi desde que volvi a casa, pero rapidamente cambió su dramática
expresión a
una sonrisa auténtica, que me decia en mil idiomas lo feliz que estaba por mi compania.
No pude evitar reírme por sus ocurrencias, antes de tomar el primer trago de champagne.
El silencio reino por unos segundos, pero no era uno incomodo, más bien era como un momento en el que nos desconectamos
del
mundo exterior para disfrutar al máximo de la vista, el champagne y la agradable compania.
La verdad, es que por fin me sentia relajada y sin preocupaciones de ningún tipo, estando acompañada de él, no pensaba en
nada
más que en lo bien que la estaba pasando y lo mucho que me hacia lalla un escape de todo y todos.
No me había dado cuenta de cuánto lo necesitaba.

Pero como no todo es perfecto en la vida...
– Entonces, ¿ya me vas a contar? ¿Qué es lo que ha pasado con Alexander? ¿Ya sabe de Tristán? – preguntó acercando su su
silia
hacia mi. Estaba acabando con el ambiente de pai, al recordarme el incidente en la salida del evento.
Bebi lo que quedaba de mi tercera copa de champagne y me acomode en mi lugar, antes de tomar una bocanada de aire.
– Más o menos. -respondi mirándolo fijamente y su curiosa mirada se clavó en la mia. Después de todo, le dije que le contaria
lo
que estaba pasando. – Michelle Boyer le habló sobre mi hijo, pero teniendo en cuenta que ella sabe muy poco sobre Tristán,
sabrá Dios
cómo se lo ha contado, ahora piensa que mi hijo es de cualquier hombre y me lo reclama como si le afeclara, no es capaz de
sospechar
que es suyo, ni siquiera cuando trate de insinuarlo, la ira no lo deja analizar la situación con claridad. -me burlé, al recordar lo
increiblemente lento que fue.
– Ya veo. -respondió Paul y soltó una risita, se estaba burlando de Alexander. –¿Se lo vas a decir algun dia? – preguntó
después de
unos segundos en los que estuvo perdido en sus pensamientos.
– Debo hacerlo, es el padre, tiene derecho a conocer a su hijo. Preferiria mil veces que Tristán se mantuviera alejado de los
Lancaster, pero no puedo seguir ocultandolo. Se lo diré en el desfile de cierre, hoy estuve por invitarlo a casa para que lo
conociera antes
de lo planeado, pero me interrumpió de una manera muy poco agradable, es imposible hablar con él estando tan alterado. -le
conté
una pequena parte de aquella llamada que me dejó helada en su momento y me miró con el ceño fruncido.

-¿En serio se lo vas a decir? -preguntó incrédulo y lo miré confundida. ¿Acaso no escuchó lo que le dije? Asenti con mi cabeza
en
respuesta, como si fuera lo más obvio y solto una risa sin gracia. –Después de todo, después de lo que te hizo, de lo mal que te

ha
tratado su familia, ¿vas a permitir que se acerque a Tristán? No me parece que sea buena idea.
Enarqué una ceja, no entendía porque estaba en desacuerdo con mi decisión, lal vez no sea lo que yo quisiera, pero era lo
correcto
por mi hijo, no podia seguir siendo una egoista, Tristán tenia un padre y debía conocerlo.
– ¿Por qué me estás diciendo esto? Alexander es el padre y tiene derecho a saberlo. He tomado la decisión de decirselo, y si,
voy a
permitir que se acerque a Tristán, si él asi lo desea. -respondi, creando un ambiente de tensión que se volvia incómodo.
Me molestó que reaccionara de ese modo, por más daño que me hayan hecho en el pasado, Tristán no debla pagar las
consecuencias, tal vez debi pensar en eso antes, pero estaba tan lastimada, tan cegada por el resentimiento, que pensé que
estaba
haciéndole un bien ami hijo manteniéndolo lejos de esa familia, cuando era todo lo contrario. En un futuro podria recriminarme
por
permitir que creciera sin su padre y eso me doterla más que nada en el mundo.
Paul se quedó en silencio por unos segundos y miro a través de la ventana mientras se pasaba las manos por su castaño
cabello, luego, volvió a mirarme más tranquilo y asintió con su cabeza antes de tomar mi mano por encima de la mesa.
– Tienes razón, Sari, lo siento por reaccionar de esa manera, es que la noticia me ha tomado desprevenido. Sabes cuánto
adoro a Tristán y quiero lo mejor para él y para ti. –bajé la guardia al notar la sinceridad en sus palabras, aunque no dejaba de
sentirme un poco incómoda.
-Lo sé. -respondi simple y miré su mano que jugaba inconscientemente con mis dedos.

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Paul notó lo tensa que estaba y sirvió otra copa de champagne para ambos, pero antes de tomarla, saco de algún lugar, una
caja
color guinda y no pude evitar sentirme sorprendida.
– Sari, no quiero hacerte sentir incómoda, ‘no es mi intención, quiero que conmigo te sientas libre, despreocupada, creo que lo
logré hasta que toque el tema de Alexander, así que ya no me meteré en ese asunto, a menos de que me lo pidas. -mis
músculos poco a
poco se relajaron, volviendo a estar tranquila y libre de tensión. Paul abrió la caja y dejó a la vista un hermoso colgante de oro,
con una
pequeña y delicada piedra esmeralda en forma de corazón y pequeños cristales de Swarovski rodeandolo. Dios mio. -He visto
este
colgante y pensé en ti, tan sencillo, pero tan hermoso, que hace querer mirarlo por horas y cuidarlo como lo más valioso. Esta
piedra
esmeralda me recordo a tus ojos, con esa mirada encantadora y a veces llena de complicidad. Nadie más podria lucir este
colgante que
tú.
Me quedé sin palabras, porque no esperaba en lo absoluto que Paul me regalara una joya tan hermosa, tan sencilla pero qué
podía
llamar la atención de cualquiera, sobre todo, con aguellas palabras que salieron tan naturales.
– Paul, no debiste molestarte. -dije con un poco de pena.
Solo un hombre me había regalado joyas en toda mi vida y ese era mi padre, por lo que me parecia un poco extraño recibir un
regalo
como ese.
Paul se levantó de su silla con una leve sonrisa y se acercó, para ser más exactos, se quedó de pie detrás de mí, corrió mi
cabello a un

lado con delicadeza, para luego colocarme el colgante con mucho cuidado, sus dedos rozaron mi nuca y mi piel se erizó por el
contacto, al mismo tiempo que una oleada de calor recorría mi estómago, haciéndome sentir extremadamente extraña.
Al terminar con su impecable trabajo, me ofreció su mano para ayudarme a levantar de la silla, no sabia cuál sería su siguiente
paso,
pero aún así, me levanté quedando frente a frente. Su mano no solto la mia en ningún momento y yo tampoco hice nada para

que me
soltara.
– Es poco para lo que mereces, es nuestra primera cita y quería hacerla lo más especial posible. Ahora me llevas en tu pecho,
espero
que pronto me dejes entrar a tu corazón.-dijo mientras sus dedos se deslizaban por mi brazo derecho causándome un
cosquilleo,
hasta que llegaron a mi menton.
Por primera vez en toda la noche, me senti nerviosa por su cercanía, aún así, no aparté mis ojos de los suyos que me miraban
fijamente. Su mano libre me tomó con suavidad por la cintura, acercardo mi cuerpo un poco al suyo, quedando a solo escasos
centímetros, donde su respiración se mezclaba con la mia y supe lo que queria hacer.
Mi mente se debatia entre si era buena idea dejar que siguiera o si debla detenerlo antes de que hiciera algo, de lo que quizá,
mañana nos arrepintamos.
Me perdí en el brillo de sus ojos cafés, que me miraban con ternura, transmitiéndome calidez y logrando que mis manos
temblaran
por unos segundos.
—Abrimi boca para decirle que no era buena idea lo que pasaba por su cabeza y sus ojos vacilantes viajaron hasta mis labios.
Antes de
que pudiera pronunciar una palabra, eliminó los centímetros que nos separaban cuando sus labios se juntaron con los míos
confirmeza.

Mi cuerpo se paralizó, cuando sus suaves labios con sabor a champagne se movieron con timidez, incitándome a seguirle el
beso. Mi
respiración se volvió inestable y sentí que los nervios me consumlan por completo,
Acuno mi mejilla en su mano y me dejé llevar por el momento, correspondiendo el inesperado beso de Paul, Senti que los
latidos de mi corazón aumentaban cada vez más y cuando senti su mano viajando de mi cintura a mi espalda, cai en cuenta de
lo que estaba
haciendo
Me estaba besando. ¡En la primera cita!
Me separé de sus labios lentamente, rompiendo el beso que me estaba haciendo perder la cordura, no quise abrir los ojos,
porque sentia su mirada escudriñante en mi rostro.
Ninguno dijo una sola palabra, sin embargo, su mano seguía en mi espalda y la otra en mi mejilla, como si no quisiera soltarme
en
ningún momento. Hice mi mayor esfuerzo por calmar mi alocado corazón y mi respiración que de pronto se volvió agitada, como
si
hubiese corrido un maratón.
No debería sentirme de esta manera.
Abri mis ojos por fin y me encontré con su mirada, ignorando sus labios que hace un momento estuvieron sobre los míos.
– Paul, esto... -me atrevi a hablar después de unos segundos en completo silencio, pero no sabía qué decir sin sonar grosera.
¿Esto qué?
Esto no debió pasar.
Esto va muy rápido.
Esto está mal. .

– Ya sé que fue muy rápido. -dijo, al darse cuenta que no podía seguir con lo que sea que iba a salir de mi boca. -Ylo siento si
fue incómodo para ti, pero no pude resistirme y no me arrepiento, no sabes cuánto tiempo esperé por esto. Di un paso atrás,
apartándome
de su agarre en mi espalda y negué con mi cabeza, asimilando lo que acaba de pasar. -Sari, puedes olvidarlo si te sientes más
cómoday
hacer como si nunca pasó. De nuevo te pido una disculpa. Vamos a casa.
Olvidarlo. Hacer como si nunca pasó.
¡Claro!
Cómo si fuera tan fácil como decirlo.
¿Cómo iba a olvidar que Paul me beso?
¿Cómo iba a olvidar las sensaciones que desperto dentro de mi?
¿Cómo iba a hacer como si nunca pasó?
¿Cómo olvidarlo, cuando ese beso me gustó?