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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 178
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ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 27. Te quiero

Nahia ni siquiera lo miró mientras subían en el ascensor, pero de vez en cuando le daba vuelta en la

mano a aquella sartén y Aaron la miraba de reojo, como si no creyera que de verdad fuera tan

violenta.

Sin embargo apenas entraron a la habitación cuando ella le apuntó con aquel sartén con más

convicción que si fuera Diana con un arma.

-¡Al baño, Robocop! ¡Ya!

Aaron no se lo hizo repetir, entre el aceite corporal para la pelea y la sangre, no estaba muy cómodo

precisamente. El agua cayó sobre él como un bálsamo y salió de allí con el pantalón más suave e

inoportuno que Nahia había imaginado en su vida.

-Me mentiste, Robocop -dijo con la voz cargada de impotencia-, y no me sueltes la babosada de que ”

solo no te dije toda la verdad” porque eso también es mentir. ¿Eres mafioso? -gruñó.

Aaron espiró hondo y la miró a los ojos. Él no era mafioso, pero si conocía el mundo de la mafia. Una

pequeña parte de su familia se dedicaba a ello. No era una vida que había elegido para él mismo, pero

tampoco tenía intención de juzgar a su familia por eso,

-No, no soy mafioso -replicó lentamente. Pero una parte de mi familia sí lo es. Mi empresa es

completamente legítima, pero como viste anoche, veces con ser de los buenos no es suficiente. Ni

Jared ni Veronika y mucho menos su hija se merecían estar encerrados en ese sótano, pero nadie

habría podido ocuparse de Borisov a menos que fuera alguien con mucho más poder que él.

-¿Alguien como tu prima? -murmuró.

-Exacto. Alguien como Diana, como su padre… como mi abuela -sentenció Aaron.

-¿Tu abuela es mafiosa?

-No, mi abuena y mi madre son solucionadoras. Y es literal. Ellas arreglan lo que otros no pueden,

tienen miles de contactos en el mundo y una ética más peligrosa que cualquier arma de fuego. Así que

son más peligrosas que cualquier mafioso.

Nahia dejó caer los brazos al lado del cuerpo.

-¿Por qué no me lo dijiste? -siseó.

Aaron levantó la vista y balbuceó:

-¿La verdad? Me daba miedo decirtelo. Sabía que te costaría aceptar quién soy y de qué familia

vengo. -¿Te avergüenzas de ellos?

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-¡Claro que no! -exclamó Aaron-. Claro que no, Nahia, pero… no puedes negar que venimos de

mundos completamente diferentes.

Nahia se le quedó mirando, incrédula.

-¿Y esto? -espetó señalando sus tatuajes. ¿Por qué me los ocultaste? ¿Crees que soy tan cerrada de

mente que no podría aceptarte por lo que eres?

Nahia negó con la cabeza lentamente mientras contemplaba su rostro franco y sus ojos honestos. Se

dio cuenta entonces de que aquel miedo era real.

Aaron negó con la cabeza y dio un paso adelante.

-No, no es eso en absoluto. Simplemente no quería arruinar lo que teníamos. -Dudó y luego dijo-: Te

quiero, Nahia.

La muchacha hizo un puchero desesperado y Aaron le dirigió aquella cara de cachorrito herido. La

misma cara con la que tuvo que recibir aquel sartenazo por un hombro.

-¡Oye…!

-¡Y agradece que no te doy más! -le gritó ella-. ¡Solo porque ya te han pegado bastante esta noche…!

-¿De qué hablas? ¡Nadie me pegó! -respondió Aaron.

-¿Ah, no? ¡Pues ven acá que yo te voy a enseñar a mentirme, Robocop! -le gritó ella y Aaron corrió

tras ella por media habitación antes de subirse a la cama.

-¡Para, para! ¡Te estás confundiendo! -trató de defenderse y ella se detuvo con el sartén en alto listo

para la pelea-. No es Robocop, es Bestiecita.

-Sí, sí. Bistiiciti… -remedó como si tuviera cinco años, lista para seguir con el castigo, pero apenas

puso un pie en la cama cuando Aaron atrapó aquel sartén y le hizo doblar el brazo tras la espalda con

un movimiento fluido. 1

-Ya van dos veces que te lo digo -le advirtió él, manteniéndola pegada a su cuerpo. Ya van dos veces

que te digo que te quiero y tú no me lo dices ni una vez. 1

Nahia se quedó muda mientras el corazón se le ponía a mil… pero sabía que con palabras no

alcanzaría. Aaron hizo ademán de soltarla con un gesto un poco decepcionado, pero esta vez fue ella

la que se sujeto de sus brazos y se alzó de puntillas, presionando sus labios contra los de él. Se

besaron profunda, Menta y apasionadamente, mientras la respiración de los dos se hacía pesada e

irregular.

-Creo que es hora de que nos vayamos -dijo él al final con los labios pegados a los suyos.

-¿Por qué insistes en irte cada vez que te estoy diciendo que te quiero? -le rezongó Nahia al oído y

Aaron la miró sorprendido.

-¿Esto cuenta como decirme que me quieres?

Nahia se separó lentamente, mirándolo fijamente a los ojos. ¿Cómo podía él ser tan obtuso en un

momento así? 2

-No puedes escapar de esto -dijo ella entonces con una media sonrisa-. Te quiero.

A lo lejos, el reloj marcaba las ocho de la mañana y Nahia alcanzó el control remoto que corrió

completamente las cortinas de la habitación.

-Para mi la noche no se ha terminado -murmuró y Aaron sintió que se le aflojaban las rodillas por

primera vez desde que se había subido a aquella jaula.

-Nahia… espera ¿crees que es el mejor momento…?

Ella lo miró como si le hubiera salido otra cabeza y negó, bajándose de la cama.

-Tienes razón. No es el mejor momento. -Pero un segundo después Aaron la vio quitarse los zapatos y

subirse la blusa por encima de la cabeza, dejando caer toda la ropa por el suelo. Se desnudó

lentamente, apenas mirándolo una vez, para luego rodear la cama y caminar hacia el baño.

Aaron se quedó paralizado por un momento antes de darse cuenta de que ella lo estaba esperando. -

Puedes quedarte ahí -dijo ella entonces con una sonrisa-. O puedes venir para que te enseñe que es

el mejor momento para decirte que te quiero. 2

Sintiendo como si alguien le hubiera encendido un fuego en las entrañas, Aaron la siguió al baño

donde Nahia abrió el grifo de la ducha y entró sin más preámbulos. El agua caliente caía sobre su

cuerpo desnudo mientras se apoyaba contra la pared.

Aaron no necesitó otra invitación. Mientras Nahia cerraba los ojos, lo único que pudo sentir fue aquel

cuerpo masivo tras ella, pegándose a su espalda y envolviéndola en un abrazo perfecto.

-No te voy a preguntar si estás segura -murmuró él en su oído con un tono que la hizo estremecerse. -

¡Qué bueno, porque mi sartén podría responderte por mí! -jadeó ella al sentir sus besos en la nuca. 2

Aaron sonrió mientras separaba sus cuerpos para deslizar sus manos por todo su cuerpo. Besó su

cuello, su espalda y luego regreso a su nuca para acariciarla lentamente con el pulgar. Sus caricias

eran como una danza de fuego que iba adquiriendo ritmos más intensos a medida que ella se abría

completamente a él.

Volvió su cabeza para encontrarse con sus labios consumiéndola en un beso cada vez más intenso.

Deslizó las manos por su vientre, bajando lentamente y deslizándose entre sus piernas. Ella se

estremeció cuando él comenzó a trazar círculos lentos sobre su sexo. 1

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Nahia gemía con los ojos cerrados mientras Aaron hacía estallar cada uno de sus puntos sensibles,

provocando que una descarga eléctrica recorriera cada centímetro de su cuerpo.

Continuó así, besándola y acariciándola mientras las gotas rodaban sobre su espalda. Pero cuando ya

no le fue posible contenerse más, sintió aquel brazo alrededor de su cintura, levantándola en vilo y

sacándola del baño. Caer en la cama era algo que había previsto, la boca de Aaron entre sus

piernas… definitivamente no.

Nahia se estremecía cada vez que sus labios tocaban su piel. Sus caricias eran demandantes y

lengua cada vez más intensa despertó en ella un calor que se hacía cada vez más incontrolable.

Aaron reptó sobre su cuerpo sin dejar de acariciarla. Se metió uno de sus pechos en la boca, y ella no

tuvo más remedio que arquearse, porque necesitaba más mucho más.

Aaron sintió los primeros espasmos, el fuego que había sentido desde el principio ya era un incendio

imparable que no podían controlar. Ella gritó cuando los últimos latigazos de su tacto provocaron un

placer intenso que casi casi la hizo estallar en mil pedazos… y entonces lo sintió. Aquella presión

suave y firme contra su entrada que la hizo cerrar los dedos sobre la sábana y buscar su boca

mientras él la penetraba lentamente.

Aaron se movió dentro de ella despacio hasta sentir su interior totalmente apretado y palpitante. Nahia

jadeó profundamente al sentir cómo su miembro se abría camino dentro de ella. Algo dolía, algo

punzante y temporal que inmediatamente fue sustituido por un jadeo de placer. Lo besó

desesperadamente, abrazándolo con todas sus fuerzas mientras él comenzaba a moverse con

delicadeza. 2

La sensación fue intensificándose y los movimientos se volvieron más rápidos, más profundos, todo su

cuerpo temblaba y ella ya no podía aguantar más.

-¿Te gusta, nena? -preguntó él y ella asintió apretándolo contra su cuerpo porque el placer que sentía

era increíble y no podía contenerlo. 1

Aaron aumentó el ritmo de sus embestidas un poco más y ella se arqueó para recibirlo, sintiendo cada

centímetro de su ser estremecerse. Un gemido de éxtasis salió de sus labios porque aquel clímax que

se le había quedado a medio camino estaba volviendo y solo lo vio sonreír mientras la veía intentar

ocultar los gemidos de placer que salían de su boca.

-¿Por… qué… por qué sonríes? -murmuró Nahia en su oído.

-Porque sé que crees que esto es todo. 1

Y Aaron se sintió el hombre más feliz del mundo cuando la vio sonreír mordiéndose los labios. 5 -

¿Todavía hay más?