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Mi Ex-esposa Misteriosa Es Multimillonaria

Capítulo 130
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Capítulo130

Clara miró fríamente a Javier. -Cuando me llamaste esta noche, estabas temblando de miedo de que

Juan hiciera algo contra Alejandro. ¿Y ahora, en cuestión de horas, has cambiado de opinión?

-¡Oh, genial! ¡Así que fuiste tú quien lo delató, Javier!

Juan entrecerró los ojos, clavando una mirada feroz en Javier. Apretó los dientes. -¡Te voy a partir

en dos!

-¿Alguien se ha atrevido a hablarme así, hermano mayor? ¡Qué falta de respeto! Clara, no lo

controles. Este tipo merece ser lanzado desde el balcón -Javier decidió empeorar las cosas, ya que

sabía que esta noche no sobreviviría. A él le gustaría vivir hasta una edad avanzada.

-¡Juan! ¿Aún no admites tu error? -Clara estaba furiosa, sus cejas fruncidas.

-¿En qué me he equivocado? Golpeé a mi exmarido por ti, Clara. ¿En qué he fallado? -Juan

mantuvo su postura terca, desafiante. 2

-¡Eres despreciable! -Clara golpeó con fuerza el apoyabrazos del sofá, pero su movimiento fue

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demasiado brusco y le dolió el hombro. Gimió ligeramente y se encogió.

-¿Qué sucede, Clara?

-¿Estás bien, señorita? ¡No me asustes así!

-¿Cómo estás, señorita? ¡Te llevaré al hospital de inmediato!

Diego, Javier, Aarón y Juan, los cuatro hombres rodearon a Clara, mostrando su preocupación,

como si estuvieran asistiendo a un parto.

Juan se arrodilló frente a ella, con cuidado, tomó su delicada mano y la sostuvo contra su pecho, su

rostro se volvió pálido.

-¡Hermanita! ¿Has lastimado tu herida? ¡La culpa es mía! ¡Golpéame, insultame, lo que quieras!

-¿Te das cuenta de tu error ahora? -Clara respiraba con dificultad, su frente cubierta de un fino

sudor.

Juan se lamentó al recordar cómo su hermana se había arriesgado por él y había recibido un

disparo. El remordimiento le punzaba al respirar. -Clara, solo me preocupo por ti. No puedo

soportar verte sufrir por ese desgraciado. Eres una joya para todos nosotros, te hemos amado y

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debe pagar el precio.

-Hermano, te lo diré una vez más, por última vez -Clara tenía los ojos enrojecidos, susurró cada

palabra. -Cuando me casé con Alejandro, fue mi elección, nadie me obligó. Sabía que su corazón

estaba en otra parte, sabía que era frío. En ese momento, creía que mi calidez podría derretirlo,

creía que podría hacerlo enamorarse de mí, pero al final, fracasé. Si fracasé, debo asumir la

responsabilidad de mi elección, esto no tiene nada que ver con él, es mi problema. Por lo tanto, no

te permitiré buscar problemas con él, no te permitiré lastimarlo.

Las palabras de Clara hicieron temblar intensamente las pupilas de Juan.

-Hermano, esta es una situación difícil de superar.

Clara suspiró tristemente, con un destello astuto en sus ojos. -Para ser honesta, he amado a

Alejandro durante tanto tiempo. Incluso después de nuestro divorcio, sigue teniendo un lugar en

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mi corazón. ¿No podemos simplemente dejar que todo termine sin más complicaciones? ¿Por qué,

cuando estoy lista para empezar de nuevo, tienes que hacer esto y seguir atormentándonos,

lastimándonos mutuamente? Cuando lo golpeaste, ¿alguna vez pensaste en cómo me sentía yo?

-Hermanita, hermano se equivocó. ¡Me equivoqué de verdad! ¡Te lo ruego, dame otra oportunidad!

Haré cualquier cosa que me pidas. ¡Nunca volveré a buscar problemas con Alejandro! —Juan

suplicó repetidamente, sus ojos de obsidiana llenos de lágrimas.

El hombre que había realizado tantas misiones peligrosas temblaba de miedo ante la posibilidad

de que su hermana no lo perdonara.

-Hermanito… -Clara dejó que una mirada de tristeza cruzara sus ojos y luego esbozó una sonrisa

astuta. -Entonces, en un par de días, antes de que te vayas, ven a casa conmigo y conoce a Flores.

Podrías acompañarnos a cenar juntos.

Diego y Javier se miraron el uno al otro, sin necesidad de decir una palabra, entendieron todo.

Juan, con mil y un desacuerdos en su corazón, pero para complacer a su hermana, tuvo que ceder.

-¡Está bien! ¡Iría contigo!