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The Unbreakable Bond By Cornelia Darwin

Chapter 237
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CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 30. Un pensamiento insoportable

Tres semanas después.

Nahia estaba regresando. Le faltaban pocos kilómetros para llegar a su departamento cuando recibió

aquella llamada de su madre. Algo había pasado con Martin Prescott, había atacado a Maddi y a unos

bebés y la necesitaban, así que de inmediato se desvió y tomó la carretera hacia Londres.

Y en ese mismo momento, mientras Meli la llamabá, Nathan estaba al teléfono con la única persona

en la que confiaba para solucionar aquella situación.

-¿Aaron?

-¿Señor King? -preguntó el muchacho preocupado–¿Se le ofrece algo?

-Pues resulta que tenías razón, Martin Prescott jamás dejó de ser una amenaza.

Aaron dejó todo lo que estaba haciendo y caminó hacia la puerta. Había estado con Nathan en las

últimas semanas, él tampoco sabía qué bicho había picado a su hija pero parecía decidido a

averiguarlo invitando a Aaron a la próxima reunión familiar. Sin embargo aquello se veía mucho más

urgente.

-¿Qué está pasando? -preguntó.

-Está aquí, se metió a la escuela, tiene de rehén a Maddi y cuatro bebés.

-Ya voy para allá -sentenció Aaron y colgó sin despedirse-. ¡Anuar! -llamó a uno de sus hombres antes

de dirigirse a una habitación que tenía preparada allí.

-¿Señor?

-Prepárame una de las camionetas de asalto. Salgo en dos minutos. ¡Corre! 2

Y el hombre no se lo hizo repetir, porque sabía que dos minutos después, rayando el reloj, el jefe se

subiría a aquella camioneta. Aaron condujo a toda prisa hacia la escuela de los King y maldijo entre

dientes porque debía haber seguido sus instintos, debía haber localizado a Martin, pero todo aquel

asunto con Nahia lo tenía mal.

Sabía que algo había pasado, Nathan le había dicho que ella se había ido llorando de la casa, así que

fuera lo que fuera, estaba herida y era su culpa… aunque quisiera retorcerle el pescuezo por no hablar

con él. Pero si había algo que Aaron no ponía en duda era que la amaba, peleados hasta el fin de los

tiempos, pero la amaba.

Su única llamada en ese momento fue para alguien que, esta vez de pura casualidad, estaba en la

ciudad con él y con su hermano, que no había querido regresar a Ucrania. 1

-Abuela… necesito un favor.

Poco después llegó a la escuela y Sibar le abrió la puerta a la todoterreno. Aaron se dio cuenta de que

ya la habían evacuado, y los demás se dieron cuenta de que venía molesto y sombrío. Saludó a todos

brevemente con un apretón de manos y luego abrió la cajuela de la camioneta y le lanzó un chaleco

antibalas, a Sibar.

–¿Qué sabemos además de que tiene a cuatro bebés y a Maddison? -preguntó haciéndose cargo

inmediatamente de la situación. ¿Está armado?

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De fondo escuchó a James llamarlo “niño” y a Nathan decirle que la agencia de seguridad era suya. (1

Un instante después Sibar le explicaba las ubicaciones.

-Los bebés están en el segundo piso, el cunero tiene una sola puerta de entrada y salida, solo nos

quedan las ventanas, que ni se molestó en cerrar porque finalmente son de cristal y sabe que no le

dispararemos… pero igual no sabemos qué está pasando adentro, señor.

Aaron asintió pensativo

-Sube al techo de la camioneta, ahora te paso unos buenos ojos -le ordenó.

Enseguida armó uno de los rifles de francotirador que llevaba, un CheyTac Intervention y se lo alcanzó

a Sibar, que ya estaba acostado boca abajo en el techo de la camioneta y apuntó al segundo piso.

-Tengo ojos, jefe. No veo armas en sus manos pero ileva chaqueta, puede tenerla debajo -le fue

informando Sibar.

-Bien. No puedes disparar con los bebés dentro, pero mantenme informado -dijo Aaron lanzándole un

audifono que Sibar se puso.

Aaron se quitó todos los arneses y cinturones donde llevaba armas y las dejó en la camioneta. El

segundo piso tenía buen acceso, pero necesitaba ayuda, más distracción que ayuda, pero igual.

-Señor King, necesito que mantenga a Martin pegado a la puerta -le dijo a James-. Concentrado en la

puerta, si me entiende, porque yo voy a subir por atrás.

-¿Por la pared? -preguntó James.

-Hasta una de las ventanas, si señor -contestó Aaron sin inmutarse.

Desarmado? -insistió James.

-Incluso una bala de goma puede matar a un bebé -le explicó él-. Es un riesgo que no podemos correr.

Pero no se preocupe, vamos a sacar a todos de ahí a salvo. Solo tiene que decirme cómo lo quiere. ¿

Golpeado, lisiado o en una bolsa para cadáveres? 2

Vio a James apretar los dientes y se dijo que era un alma noble después de todo.

-De preferencia que pueda caminar hasta la cárcel.

-Haré lo que pueda -sentenció Aaron entregándole un audífono para que se lo pusiera-. Pero no le

prometo nada.

Echó a andar hacia el patio posterior mientras James subía las escaleras desde la entrada principal e

iba a pararse frente a la puerta del cunero.

Podía escuchar a James gritándole a Martin, y empezó a escalar la pared. La verdad no era difícil,

solo llevaba esfuerzo físico y él estaba acostumbrado a ese. Los músculos le dolían como si se

estuviera quemando pero nadie mejor que él sabía que ese era un dolor bueno. Cuando estuvo cerca

de la ventana se asomó apenas y vio que Martin estaba en el camino.

“Mantenlo concentrado en la puerta“, dijo a James en un susurro a través del intercomunicador. “Si

tienes la lengua de tu hermana te garantizo que puedes hacer enojar hasta a un santo“. 2

James asintió con un gruñido y volupt

a gritarle a Martin. La situación enseguida se puso al límite mientras Martin arrinconaba a Maddi contra

una pared y amenazaba con violarla, pero cuanto más ofuscado estaba, menos hacía caso a su

alrededor y ni siquiera sintió cómo Aaron abría aquella ventana.

Se impulsó del último saliente hacia el interior de la habitación y luego atacó. Ni siquiera estaba para el

honor y la caballerosidad. Su puño impactó en la mandíbula de Martin, justo debajo de la oreja, y lo

mandó rodandó al suelo, y luego lo levantó del piso y lo empujó frente a él antes de sisear con tono

rabioso:

-¡Quitate de la puerta, James!

Aaron no sabía qué lo poseía en ese momento, estaba mucho más calmado cuando estaba en la

jaula,

rodeado de oponentes; pero el llanto de los bebés a su alrededor hacía que la adrenalina se

exacerbara en él de una forma extraña. Era como volver al orfanato y ver cómo lastimaban a su

hermano. Sus brazos bajaron con fuerza y aquella bota fue a estrellarse contra el pecho de Martin,

haciéndolo atravesar la puerta y caer unos metros más allá.

-¡Los bebés! -gruñó como una orden para James y este enseguida entró en la habitación mientras

Martin intentaba escapar de él.

Trastabillaba como si estuviera borracho, pero Aaron sabía que solo estaba aturdido por el golpe.

-¡Quédate quieto si quieres llegar a la policía! -le gruñó, pero Martin intentó golpearlo y este se

defendió con rapidez, golpeándolo en la cara y mandándolo al suelo.

Sus movimientos eran rápidos y precisos, después de todo era un luchador profesional.

-¡Quédate en el suelo, maldit@ sea! -espetó pero aquel hombre no parecía tener intención de

rendirse.

Lanzó otro puñetazo y Aaron tuvo un reflejo lo suficientemente rápido para parar el golpe con su brazo

y contraatacar con el otro puño de la misma manera feroz. La cara de Martin se deformó como si

estuviera hecha de plastilina mientras rodaba por el piso. Finalmente se incorporó como pudo y corrió

hacia la escalera.

Su mirada se volvió indiferente; había hecho lo que tenía que hacer, ahora no le quedaba más que

esperar a ver cuál sería el resultado de todo aquello. Esperó pacientemente a que James llegara junto

a ellos, y para ese momento ya Martin tenía la cara ensangrentada y huía desesperadamente de él, en

el tejado de la torreta norte.

Sin embargo apenas vio llegar a James cuando un rugido sordo se escapó de su pecho y trató de

embestirlo, pero Aaron fue más rápido y lo empujó al borde sosteniéndolo de la mugrosa chaqueta

mientras lo inclinaba peligrosamente sobre el vacío, como una advertencia.

Los dedos de Martin se cerraron con desesperación sobre sus muñecas y Aaron gruñó.

-¡No me sueltes… no…! -gritó.

-Nadie va a soltarte -gruñó James-. ¡Vas a ir a la cárcel, que es lo que te mereces, y me voy a

asegurar de que pases el resto de tu vida sin ver la luz del sol!

-¿Y crees que eso va a detenerme? -le espetó Martin y Aaron fue capaz de ver aquel odio

concentrado en sus ojos, el odio y la determinación de un hombre que ya no tenía nada que perder-.

¿Y qué si voy a la cárcel? ¿Crees que no puedo vengarme desde ahi? ¿Crees que no conozco tus

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debilidades, imbécil? escupió con rabia-. Me metí en tu fortaleza sin que te dieras cuenta, igual puedo

destruir cualquier cosa que ames, y a cualquier persona.

Las manos de Aaron se tensaron alrededor de aquella chaqueta y suplicó para que no dijera lo que

estaba imaginando, porque no podia soportar siquiera la idea de que lo pensara,

-221A Worcester St, en Oxford. El departamento donde vive tu hermanita es muy lindo. ¿Tienes idea

de lo que puedo llegar a hacerle? -siseó Martin con una risa maligna. La dejaría irreconocible incluso

antes de que pudieras hacer nada…

Aaron sintió que se le revolvía el estómago. Había tenido miedo de muchas cosas es su vida, y sabía

que el miedo era algo con lo que ningún ser humano debía vivir. Lo acercó con un gruñido bajo y

murmuró en su oído:

-Tienes razón, él no podría hacer nada… pero yo sí.

Un instante después sus manos se abrían y Aaron miraba al horizonte, sabiendo que el infierno era un

paseo de verano comparado con la posibilidad de que alguien lastimara a su mulita terca. (4)

Lo único que se escuchó fue el grito de Martin mientas caía. Cuando cesó James y él se asomaron al

borde de la terraza y vieron allá abajo el cuerpo del hombre, no tenía que ser adivino para darse

cuenta de que estaba muerto.

-¿Se te resbaló? -preguntó James con tono carente de emoción.

-Me dio un calambre en las manos, creo que de escalar el muro -respondió Aaron con el mismo tono.

1

-La muerte de cualquier ser humano es una desgracia, pero hay algunos que solo provocan alivio

cuando se van -murmuró James con cansancio-. Hay que llamar a la policía.

-Ya vienen en camino, los llamé antes de llegar le dijo Aaron y por “policía” se refería a su abuela, que

era la única capaz de desaparecer aque! cadáver sin mayores consecuencias-. Será mejor que lleves

a Maddi al hospital. Tus padres y yo podemos ocuparnos de la policía.

En cuestión de minutos la policía se hizo presente. Una distinguida y seria detective venía

encargándose del caso y enseguida metieron el cuerpo de Martin en una bolsa negra para cadáveres

que se llevaban poco después. La detective les tomó declaraciones a a la familia y luego se acercó a

Aaron, que estaba en el lugar del “accidente“.

-Listo, cariño. Yo me ocuparé a partir de ahora le dijo Katerina con una sonrisa, sin que nadie pudiera

escucharla. 2

-Gracias, abuela.

-¿Estás bien, hijo? -le preguntó-. ¿Necesitas hablar?

Lo que necesito es ver a Nahia -murmuró él con preocupación porque aquello le había movido el

suelo.

-Entonces ve a buscarla y deja de hacerte el macho alfa, que con ella no va a funcionar–le advirtió su

abuela-. Resuélvelo, Aaron, que el arrepentimiento es el peor amigo. (1

El respiró profundo y asintió.

“Bueno… si vas a hacerlo, entonces hazlo a lo grande“, se dijo antes de dirigirse hacia Nathan y Meli

King para acabar de echarse la soga al cuello.