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¿Tuvimos un hijo

Capitulo 124
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Capítulo 124

Sin embargo, Miguel estaba muy determinado al respecto. Él quería casarse con Anastasia; quería que

ella fuera su esposa, cuidar de ella y entregarle su vida entera,

Miguel le contó a Anastasia sobre los invitados que había conocido. Muchos de ellos eran grandes mag

nates que no habría podido conocer si no fuera por la cena de gala.

– Pero me aburri mucho –

dijo Miguel con un suspiro. Después, sonrió al ver el brazalete en la muñeca de Anastasia.

—¿Por fin estás usando lo que te di?

Anastasia observó el brazalete y dijo:

– Claro. Fui yo quien lo diseñó.

Miguel le habia comprado ese brazalete y se lo regaló el dia que lo diseño. Anastasia se había quedado

sin palabras. No quería aceptarlo, pero Miguel insistió y no tuvo otra opción más que aceptarlo al final. D

e pronto, comenzó a sonar el teléfono de Miguel.

–¿Hola? ¿Papa?

– Hola, Miguel. Jacobo y su familia han llegado. Ven y ayúdame – ordenó el papá de Miguel.

ne

—¿Puedo quedarme un poco más con mi amiga, papá? —preguntó Miguel.

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Puedes ir con ella después, Miguel. Tienes que mostrar más respeto a tus mayores. Apresúrate y ven –

dijo el papá de Miguel en un tono más serio.

– Pero, papá…

Miguel sentia impotencia. Parecía que su papá no lo iba a dejar ir tan fácil.

– Ve! Podemos vernos cuando sea –dijo Anastasia con una sonrisa en su rostro.

–De acuerdo. Espérame aquí y regresaré contigo cuando termine –respondió Miguel.

Eso era justo lo que Anastasia quería hacer. Ella no tenía intención de irse cuando

acababa de encontrar una habitación de lujo donde podía descansar. Luego de que Miguel se retirara, A

nastasia tomó una taza de té de frutas y le dio un sorbo mientras sacaba su teléfono para revisar las noti

cias. Habían pasado dos minutos cuando alguien abrió la puerta de la habitación, Anastasia levantó la m

irada con sorpresa y pensó que Miguel había regresado muy pronto, pero se quedó congelada cuando v

io quién era. El hombre que había entrado no era Miguel, sino Elias. La última persona que ella quería v

er en ese momento.

–¿Cómo supiste que estaba aquí?– dijo Anastasia mientras lo observaba con frustración.

Elías enderezó su cuerpo firme y muscular mientras entraba y cerraba la puerta. Después, se sentó en e

l sofá de forma elegante antes de girarse hacia Anastasia para advertir:

–Aléiate de Miguel.

Miguel no estaba tratando de discutir con ella, sino de darle órdenes firmes. Anastasia sabía que estaba

por hablar de su relación con Miguel de nuevo y sintió repulsión por sus acciones.

¿Por qué no piensa en usted primero, presidente Palomares? Miguel y yo no necesitamos que se meta

en nuestra relación.

La mirada de Elías se oscureció mientras hablaba en un tono frío.

A pesar de que lo salvaste en el pasado, estoy seguro de que mis tíos no te querrían como su nuera. Lo

s conozco mejor que tú.

–¿Por qué no? —preguntó Anastasia mientras parpadeaba.

–Ellos quieren a alguien que cumpla con sus estándares.

Elías le lanzó una mirada helada a Anastasia

que tenía trazos de malicia. Ella sabía que no era adecuada para Miguel y genuinamente solo quería qu

e fueran amigos. Nunca se atrevería a esperar otra cosa con él. Cuando Elías notó que Anastasia apret

ó los labios y se mantuvo en silencio, supo que debió decir algo que la hirió. Sin

embargo, estaba hablando con la verdad.

«Mis tíos siempre han tenido la idea de tener un matrimonio concertado para Miguel. Incluso la abuela h

abló sobre ello la semana pasada y recuero que escuché a mi tía decir que había encontrado a una chic

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a de dinero que consideraban la pareja perfecta para Miguel»

Anastasia pareció reírse de sí misma y dijo:

–Sé que solo soy una persona normal. No necesito que me lo recuerdes. Sé cuál es mi lugar –

dijo Anastasia.

Elías frunció el ceño cuando notó que Anastasia se estaba menospreciando y aclaró:

—No lo decía para menospreciarte.

– No necesito que pienses bien de mí – dijo Anastasia en un tono seco. En ese momento, recordó que

había visto a Elías y a

Helen caminando hacia la zona de comida juntos y se sintió molesta al pensar en ello.

«Si se acerca a Helen, espero que se aleje de mí. Así, ya no tendré que sentirme tan molesta por

él»

–Necesitas alejarte de Miguel esta noche, Anastasia. De lo

contrario, no sabes a quién podrías terminar ofendiendo –

dijo Elías con el mismo tono para hacerle otra advertencia. Anastasia lo miró directo a los ojos con un

enfado y respondió:

– ¿Ya terminaste de hablar?

Elías se sentía realmente molesto por la personalidad terca de Anastasia.

«¿Por qué no puede escucharme por una vez?»