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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 162
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Capitulo 162

–Que pasa? – preguntó Elias con curiosidad cuando la descubrió suspirando.

––Gracias a li perdí mi bono de asistencia – culpó Anastasia a Elias por completo, ya que ella no estaria

desvelada si él no hubicra dormido en su casa la noche anterior. por consecuencia, no habria perdido la

oportunidad de llegar a licmpo.

–Tan corta de dincro estás? – preguntó con una voz divertida?

–Por supuesto que lo estoy! ¿Acaso crees que todos tienen los bolsillos a reventar de dinero como lu?

La gente normal gasta cada centavo con cuidado, isabes?! –replicó Anastasia; al escuchar eso, él quiso

recompensarlo, por lo que hizo un anuncio,

–Entonces, les dire que le incluyan en el bono de asistencia de este mes.

–¿Hablas en serio? – indagó ella al mismo tiempo que su humor mejoraba de forma inmediata, hasta

una sonrisa de oreja a oreja se le dibujo en el rostro.

Elias asinuó e hizo un sonido de confirmación, ocasionando que ella se sintiera como si tocara el cielo

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con las manos; mirando hacia afuera del auto, Anastasia solo podia pensar en el trato del set de

candado y llave personalizados que costaria cinco millones, la fecha limite era pasado manana, así que

tenia que apresurarse a pensar en el diseño. Llegando al estacionamiento subterraneo de la compania,

Anastasia corrió en cuanto bajo del auto, ya que no quería tomar el mismo elevador que aquel individuo;

después de cerrar el auto, Elias resopló al ver como la mujer que seguia dentro del elevador

desapareció. Anastasia, por su parte, cuando llegó a su oficina le marcó por el teléfono fijo a Gabriela.

–Gabriela, ¿puedes venir por un momento? –pregunto, la otra, creyendo que ella queria un café, llegó

con una taza en sus manos.

–Señorita Torres, aqui está su café, le añadi algo de crema por usted el dia de hoy, ya que la úluma vez

dijo que estaba muy amargo – comentó Gabriela. Conmovida, Anastasia asintió como respuesta; sin

embargo, todavía tenía que hacer la pregunta necesaria.

–Gabriela, ¿quién te dijo que el presidente queria verme? –cuestionó con seriedad. Parpadeando,

Cabriela lo pensó por un momento antes de dar una respuesta.

–Fue Alexa del departamento de planeación quien me lo dijo, camino hacia mi escritorio con unos

documentos en mano y me lo dijo, después, le pasé de inmediato el mensaje a usted.

–¿Te dijo quién se lo dijo a ella?

–No le pregunté, ¿quiere que lo haga ahora? –respondió negando con la cabeza.

– No hay necesidad de hacerlo. Solo preguntaba, ya que el presidente no estaba cuando fui a su oficina

ayer –comentó Anastasia sin más opción que la de rendirse.

Parecía que Helen había plantado su gente tan profundo en la compania que era capaz de usar a

cualquiera de los asistentes de él para hacerle llegar los mensajes a Anastasia, quien creia que la

persona llamada Alexa también estaba siendo usada por alguien más. Con respecto a quien se trataba,

era posible encontrar a la mente maestra detrás de todo eso si es que Anastasia quisiera

hacerlo; no obstante, no deseaba hablar de forma individual con cada uno de los individuos ni alertarlos,

así que nada más podía consolarse a sí misma teniendo cuidado con este tipo de cosas a futuro.

Debido a que Anastasia tenía muy buena inspiración, no tuvo problema alguno en comenzar y terminar

dos dibujos muy detallados: en lugar de una cerradura normal, el diseño de esta era en extremo

exquisita con orillas delicadas. Mientras tanto, la llave tenia una agarradera ovalada y la parte baja era

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delgada, tambien tenía talladuras hermosas, haciendo que esta resaltara mucho. Recordó que la cliente

fue muy especifica sobre las iniciales, por lo que luego ella diseno un logo al lado. era una E y una H.

con un corazón uniendo a las dos letras. Ahora que el borrador estaba . listo, Anastasia empezó a

dibujarlo en el ordenador, añadiendo color y cambiando los detalles al mismo tiempo; de repente,

Gabriela tocó a su puerta, la abrió empujandola y se pudo ver que venia acompañada por un trabajador

que tenia un ramo de flores hermoso en la mano.

–¿Es usted la señorita Torres. Estas son para usted –preguntó él. Al ver las flores, Anastasia supo que

eran de parte de Miguel, pues parecia que él había ignorado su declaración sobre que no le regalara

flores.

–Gracias, por favor, póngalas en el sofá – murmuró con una sonrisa, diez minutos después, Gabriela

volvió a tocar su puerta.

–Señorita Torres, otra vez le trajeron flores.

Luego de decir eso, otro trabajador de una florería diferente entró con un ramo enorme de rosas, era

obvio que esas eran importadas y por supuesto que se miraban divinas, como si estuvieran recién

cortadas.