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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 197
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Capítulo 197

-Anastasia, chay alguna razón por la que evites tus sentimientos asi? Solo admite que te preocupas

por mi y que te gusto. No me voy a burlar. -Elias observó su pequeño rostro con una mirada llena de

amor.

Anastasia quedó atónita por un momento y estaba por reaccionar cuando su otra mano la tomó por la

mandibula y la besó forzadamente. Con los ojos muy abiertos, Anastasia gruno en sorpresa.

-Este hombre intenta aprovecharse de mi otra vez? ¿Por qué no tengo cuidado con este tipo de

cosas? Parece que no puedo escapar del destino de ser besada a la fuerza por él. iPor Dios!..

El olor de alcohol que aún emanaba de él la hacía sentir desfallecer y su forzado beso era como si el

tratara de imprimirse en ella. Sin su hijo en casa, todo el lugar se había convertido en un sitio donde

podia liberar sus deseos. El beso duro hasta que Elias consideró que era suficiente. Jadeando,

finalmente la solió, pues, si continuaban, el seria el que saldría herido.

Anastasia tampoco se sentía bien, estaba jadeando y tenia la cara enrojecida. Levantó su mano para

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abofetearlo, sin embargo, cuando estaba a punto de hacerlo, observó con ira sus ojos enamorados. Su

profunda mirada reflejaba claramente su rostro y, por alguna razon, ella podia ver realmente el amor

en su mirada.

-Anastasia, me gustas -confesó la ronca voz del hombre.

Al final, la mano que se habia quedado a mitad del camino, no se posó en su hermoso rostro y la

apario con rigidez.

– Ya no tienes ganas de pegarme? – Elias sonrio maliciosamente.

-Elias, no me gustas -replicó Anastasia en voz alta mientras lo miraba con los ojos muy abiertos.

Su expresión se oscureció al oirlo.

-¿Es porque no he hecho suficiente o porque de alguna manera le he hecho enojar?

-¿Aprovecharte de mi mientras me obligas a que le guste? ¿Crees que podrias gustarme ante esas

circunstancias? -se burlo Anastasia

-¿Realmente está tan seguro de que cada mujer que conoce se enamorará de él a

primera vista?

Sin embargo, Elias no la dejó y la siguió inmovilizando insistentemente. Intento controlarse, pero su

suave mirada contenia un matiz de deseo y posesividad. Asi, siguió mirándola y atacandola con su

mirada. Finalmente, Anastasia no podia seguir viéndolo a los ojos, empezó a sentir pánico y alargó la

mano para intentar apartarlo.

-Levántate, Elias.

Parecia como si hubiera una fuerte magia en su mirada que cualquiera podia sucumbir a sus encantos

de verlo a los ojos por mucho tiempo. A pesar de que Anastasia lo miraba con rabia, Elias no se paro,

sino que le devolvió la mirada con ojos llenos de deseo. Luchando en vano, Anastasia sintió el calor,

como el peligro que irradiaban del hombre, haciendola entrar en pánico de verdad.

– Elias, voy a contar hasta tres ahora…

-¿Crees que soy tu hijo? ¿Crees que puedo ser tratado así? –Sonriendo, Elias desestimó sus

amenazas con solo esa frase.

Eso dejó a Anastasia sin palabras. En verdad es el diablo disfrazado!..

-Si no te levantas ahora, llamaré a la policia.

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-Fuiste tú quien me trajo a tu casa por tu propia voluntad. Y yo, siendo lu jefe y tú mi empleada, esto

seria muy dificil de explicar en la estacion de policia. – Burlándose aún más, Elias continuo-: ¿Qué

crees que van a pensar? ¿Que tu me seduces? ¿O que yo te seduzco?

A pesar de que el hombre discutia con ella en ese momento, tenia una sonrisa carinosa, lo que hizo

que a Anastasia le dieran ganas de pegarle en la cara. Probablemente porque ya le habia tomado el

pelo lo suficiente y no queria hacerla enojar, Elias se inclino de repente y le dio un beso en los labios.

– Anastasia, por favor intenta abrir tu corazón a mi. Te prometo que no te decepcionaras.

La esperanza brilló en sus ojos y le suplico con voz ronca. Era raro ver suplicar a alguien nacido en

cuna de oro, como Elias. Entonces, el hombre se levantó dejando a Anastasia atónita por unos

segundos antes de sentarse, para después pasar a abrir la puerta de la entrada sin dudarlo.

– Será mejor que te vayas. No quiero que te quedes más tiempo.

De pronto, el dolor apareció en los ojos de Elías, se agarró el estómago mientras sudor frio le cubría la

frente. Un instante después, tropezó y se desplomó en el sillón. Anastasia estaba a punto de echarlo,

pero, al verlo así, cerró la puerta y corrió a su lado en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Qué pasa?