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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 240
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Para Elías, la implicación que había detrás de sus palabras, tan detenidamente expresadas y

firmemente organizadas, no había pasado desapercibida. Anastasia le estaba pidiendo que

desapareciera de su vida por completo. Ella nunca trató de ver las cosas desde su punto de vista; en

lugar de eso, trató de construir muro tras muro entre ellos para que de esa manera pudiera ocultar los

sentimientos que tenían el uno por el otro. En ese momento, la cuerda del corazón de Anastasia se

tensó, y se sintió como si algo dentro de ella se rompería en cualquier momento. Ella lo vio con

atención, su mirada trazando sus atractivos rasgos con la esperanza de encontrar un destello de

emoción. Por suerte, el hombre era un campeón cuando se trataba de poner una cara de póquer, por

lo que no podría ver ni siquiera un ligero cambio en su expresión. ―Estaré de acuerdo con lo que sea

que propongas, pero también hay algo que quiero que hagas por mí.―Elías finalmente dijo mientras

apoyo los codos en el respaldo del sillón y se recargó en el asiento de manera despreocupada. Había

levantado su mentón en un ángulo casi arrogante, revelando su quijada perfecta. La elegante curva de

su cuello se extendía hasta donde su escultural clavícula estaba parcialmente oculta por la solapa de

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su camisa, y por alguna razón, se miraba muy atractivo y peligrosamente seductor. Anastasia no pudo

evitar mirarlo un par de veces más. «No me pedirá que haga ninguna locura, ¿o sí?». Decidió

escucharlo. ―¿Qué cosa? Solo te advierto que tal vez no seré capaz de hacer lo que sea que quieras

que haga ―dijo. ―Oh, sin duda serás capaz de hacerlo ―dijo confiado. Anastasia lo miró escéptica.

―Entonces te escucho. Elías levantó la ceja mientras la diversión y la picardía brillaban en sus

oscuros ojos. ―Dame un beso. La sorpresa se extendió a través de ella, y era casi como si estuviera

operando por instinto cuando volvió en sí. ―¡De ninguna manera! Él no parecía como si la fuera forzar

a hacerlo, ya que se puso de pie y se mostró indiferente. ―Está bien. Eso solo significa que tampoco

tengo que estar de acuerdo con lo que sea que me pidas hacer. ¡Podemos dejar que esta situación de

querer o no querer continúe mientras pueda! El pánico la invadió ante la perspectiva de eso, y lo

detuvo con su brazo. ―¡Oye, no te puedes ir hasta que las cosas queden claras entre nosotros! ―Yo

ya he dejado mi parte clara, pero tú te negaste a hacerlo.―Elías señalo infelizmente. «¿Es tan difícil

para ella besarme? ¿Hará que su vida sea más corta, sangrara medio litro de sangre o qué?». Los

pensamientos de Anastasia estaban gritando. Se encontraba desconcertada mientras dijo:―¿Hablas

en serio? ¿Realmente me dejarás sola si solo…te beso? ―Tienes mi palabra ―prometió mientras sus

labios se curvaron en una sonrisa pícara. Después de todo, puede que aun tenga una oportunidad de

cambiar las cosas. Ella estaba tan nerviosa que la sangre se le fue a su rostro, mientras apretó los

labios y se sumía en un furioso debate contra ella misma. La idea de besarlo era suficiente para

sumirla en esta crisis sin precedentes. Si acordaba a esto y lo besaba, regresarían a ser unos

extraños; si se negaba, su continuo enredo solo vendrá con el riesgo de que Helen se presente con el

acompañante masculino y amenazara con destruir la vida de ella y Alejandro. El poner una distancia

segura entre ella y Elías estaba claramente en sus mejores intereses en este momento, y se preguntó

porque siquiera estaba teniendo este dilema en primer lugar. Anastasia estaba tan sumida en sus

pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que la expresión de Elías se había endurecido.

Difícilmente podía creer que ella no estaría dispuesta a besarlo, tanto que parecía que estaba

considerando las ventajas y desventajas. Finalmente, una mirada clara y decidida, brilló en sus ojos,

se encontró con su mirada mientras aceptaba.―Está bien. Te besaré, pero tienes que cumplir tu

palabra. No se puede cambiar de opinión. Elías sintió su diversión desaparecía en un tiempo récord.

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Ella solo había aceptado besarlo para que los dejara solos a ella y a su hijo. Era como jugar verdad o

reto, y la persona que eligió reto sería recompensado con un millón en efectivo como premio si lo

hacía. En ese caso, Elías sería besado solo porque era un reto de su parte, y ella estaba obteniendo

su antigua vida a cambio. Ya que no quería dar marcha atrás tan fácil, dijo:―Tienes cinco segundos.

Si no me besas durante este plazo de tiempo, se termina el trato. El corazón de Anastasia se hundió.

¡Ella tenía que inclinar su cuello solo para mirarlo, y no había manera que pudiera besarlo mientras

estuviera de pie!―Vayamos a mi habitación ―sugirió después de considerar la vergüenza que pacería

si su hijo los encuentra besándose en la sala. Elías entrecerró los ojos mientras la mirada dirigirse a su

habitación. En ese momento, parecía un lobo hambriento que se había fijado en un conejito indefenso.

Entro a la habitación después de ella, Anastasia cerró la puerta y dijo:―No puedo besarte mientras

estás parado. Eres demasiado alto. ―No es mi culpa que seas tan pequeña ―replicó con maldad.

―Tú…―Lo miró con disgusto, maldiciéndolo en su interior. ―¿Aún quieres que te bese o no? Le

sonrió, y parecía que había retomado su humor juguetón mientras dijo con una voz ronca y magnética

que envió un cosquillo por su espalda.―Por supuesto que quiero que me beses.―No podía ocultar la

emoción y el amor en sus ojos.