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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 241
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Anastasia se había vuelto en un tono brillante de rojo, y podía escuchar su corazón latir en sus orejas.

El hombre que estaba de pie en la habitación con ella era tan elegante que básicamente era una torre

de testosterona andante. Justo cuando estaba tratando de ordenar sus pensamientos, Elías de pronto

se acercó y la atrajo más cerca un brazo. Ella jadeó cuando Elías se inclinó repentinamente hacia

adelante, bajó la cabeza y sus labios estaban a unos centímetros de los de Anastasia. Ella se sonrojó

intensamente mientras el aire a su alrededor se volvía caliente y se envolvió de su aroma, el cual tenía

un toque familiar a menta en él. Parpadeo y se dio cuenta que la piel de Elías aun de cerca se miraba

perfecta. Por alguna razón, este beso de despedida se estaba volviendo demasiado caliente y

pensado para su comodidad. Lo más importante, Elías la estaba mirando desde arriba con nada más

que cariño, lo que ocasiono que su corazón latiera tan rápido que podía salir volando de su pecho.

Anastasia desvió la mirada con nerviosismo, y aunque trató de alejarse de él, su brazo estaba firme

alrededor de su cintura que no podía moverse. Solo podía aferrarse a su musculoso brazo y en sus

anchos hombros, utilizándolos como su base mientras trataba de liberarse. ―¡Tres!―Elías comenzó a

contar con una voz que sonaba como un gruñido bajo y peligroso. Ella lo miró con incredulidad.

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«¡Espera! ¡Dijo cinco segundos! ¿Cómo se volvió tres de la nada? ¡Este tipo está tratando de librarse

de nuestro trato!». Sin embargo, no podía dejar que su enojo se calmara; cuando estaba a punto de

acusarlo por hacer trampa, separo sus labios y dijo:―¡Dos! Esto hizo que el pánico la invadiera. En un

ataque de desesperación, acerco sus delicadas manos y tomó su rostro. Después, cerro sus ojos

mientras se inclinó hacia delante para besarlo en sus labios perfectamente esculpidos. «Es solo un

beso. ¿Cuál es el problema?». ―¡Mmm!―Los ojos de Anastasia se abrieron de par en par cuando se

dio cuenta que se comprobó la agresividad de Elías. La estaba besando de manera agresiva, parecía

que quería contener todos sus sentimientos reprimidos en este beso. En ese momento, ya no era el

frío y reservado presidente de una compañía; era un hombre que había renunciado a su autocontrol

solo para vaciar su amor en ella. Él había abandonado su tranquilo razonamiento a cambio de una

imprudencia acalorada. Quería mostrarle su verdadero yo y desnudar su alma ante ella. Por otro lado,

Anastasia estaba sorprendida por como lo voraz que la besaba, que por instinto trató de empujarlo.

Sin embargo, él no la soltó, y mientras exigió más de ella, se encontró con que estaba empezando a

ceder al beso. Se estaba perdiendo, y el aire estaba denso con una electrizante tensión. Justo en ese

momento, el inquilino de arriba movió algo que sonaba como un objeto pesado, y dos golpes sordos

fue todo lo que tomó para que Anastasia para salir de su euforia. Reunió toda la fuerza que tenía y

empujo a Elías antes de que sacara lo mejor de ella. Al principio, estaba un poco confundido por el

repentino rechazo, pero rápidamente empezó a sonreír mientras dijo:―Estoy muy satisfecho. Fue por

pura fuerza de voluntad que se las arregló para evitar que su corazón saltara de su pecho mientras

decía con tranquilidad. ―Puedes irte ahora. Elías la miró, era tan hermosa debajo de las luces que

sintió que se podía quedar ahí y mirarla por siempre. Un mal presentimiento surgió en ella cuando se

encontró con su mirada ardiente. «¿Por qué me sigue mirando así cuando se supone que debería

irse?». ―Estás considerando no cumplir con tu palabra.―Ella estaba furiosa ahora. Difícilmente podía

creer que se negaría a mantener su parte del trato después de lo que había hecho. Elías levantó una

ceja. ―Por supuesto que no. Me iré ahora. Llámame si me extrañas.―Después, de la nada pensó en

algo y le preguntó con un tono de confrontación.―No estás planeado compartir el auto con ese inútil

programador para ir al trabajo, ¿verdad? Anastasia se había quedado sin palabras. No creyó que

tuviera algo que ver con él sí, compartía el auto con alguien o no. Antes de que pudiera decir algo, una

mirada fría apareció en sus ojos mientras le ordenaba con insistencia. ―No tiene permitido tener a

ninguno hombre aparte de mí en asiento del pasajero de tu auto, Anastasia. Ella casi estalla en

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carcajadas, pero mantuvo una cara seria mientras decía sarcásticamente. ―¿En serio? Debería hacer

que todos los hombres de la compañía hagan una línea para dar un paseo en el asiento del pasajero

de mi auto. ¿Qué vas a hacer respecto a eso? ¿Despedirlos a todos? Elías se quedó desconcertado

por unos segundos al escucharla, pero cuando pensó sobre cómo le había dado una severa

advertencia al programador en la tarde, pensó que el hombre sabría mejor que probar su surte con

Anastasia. Esa era la primera vez que Anastasia se había encontrado con alguien tan terriblemente

insistente y controlador. Es como si no sería feliz hasta que pudiera recoger todas las moléculas en el

aire y forzarla a respirar solo las que él consideraba adecuadas. «¡Tal vez debería intentar mantener

bajo control el calentamiento global y hacerles a todos un gran favor!». ―Me iré ahora ―dijo mientras

le lanzó una larga y fuerte mirada. Después de eso, tomó sus llaves de la mesa y se fue sin dar una

batalla. Anastasia estaba dudosa mientras lo veía irse, y se preguntó si esto realmente marco el final

de su constante presencia en la vida privada de ella y Alejandro. Comenzó a cuestionarse si él

realmente mantendría su parte del trato, y deseó que ese fuera el caso. Mientras estaba acostada en

su cama esa noche, el sueño la evito una vez más. No pudo evitar repetir la escena del beso de antes,

y no había manera de sacárselo de la cabeza, no importa cuántas veces se había movido y girando en

la cama. Estaba comenzando a pensar que Elías le había lanzado algún tipo de hechizo.