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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 263
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—Él siempre ha estado en mi radar, así que sé todo lo que esté haciendo. Elías levantó su mirada y en

sus ojos se podía ver la confianza que sentía. A Anastasia no le sorprendería si este hombre tuviera

una planeación perfecta y un control total sobre todo lo que hacía, por lo que le creyó cuando le dijo

que Heriberto se quería vengar de su papá. —Quiero pedir un permiso para ausentarme por un

tiempo. Anastasia pensó que debería permanecer oculta, pues si se trataba de asegurar el bienestar

de Alejandro, estaba dispuesta a sacrificar hasta su trabajo. Además, tenía que advertirle a su papá de

que tuviera mucho más cuidado. Ante esto, Elías entrecerró sus ojos cuando vio que Anastasia ya se

quería retirar después de decir esas cuantas palabras. —Relájate. Envié a mis hombres a recoger a

Alejandro e hice los arreglos necesarios para mantener a tu papá a salvo. Te tengo cubierta. «¿¡Se

llevó a Alejandro!? ¿¡Ya arregló todo para nuestra estadía!?» Anastasia se detuvo en seco para

girarse a ver al hombre. Estaba completamente incrédula y con el corazón acelerado. —¿¡Dónde está

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mi hijo!? —preguntó, impactada. —En este momento está en mi casa. Desde ahora, tú y Alejandro se

deberán quedar conmigo para que no anden corriendo por ahí. ¿Crees que estarían a salvo solo

porque se ocultarían? Heriberto, alguna vez, vagó por los círculos más bajos de la sociedad. Tiene

muchos contactos peligrosos. —Gracias, pero puedo proteger a Alejandro por mi cuenta. —Anastasia

pensaba que debería rechazarle el favor. Sin importar lo peligroso que fuese, debía existir algún lugar

en donde ella y Alejandro se pudieran esconder. —A este punto, nadie más que yo les puede

garantizar su completa seguridad. —Elías la miró, confiando por completo en sí mismo. —Yo… —¿Se

te ocurrió que tú y Alejandro serían los mejores blancos para Heriberto, sobre todo si de verdad quiere

vengarse de tu padre? —interrumpió Elías. Anastasia quedó impactada y sintió que su corazón se

detuvo por un momento. Era demasiado probable que Heriberto tuviera cierto grado de influencia en la

sociedad, más que nada si se consideraba que adquirió algunas compañías de materiales de

construcción de un único movimiento; por otro lado, ella era una mujer ordinaria. ¿De verdad sería

capaz de mantener a salvo a su hijo? —Pero… —Anastasia terminó por suspirar y lo volteó a ver. —

Me hace sentir mal que mi familia y yo sigamos importunándote con nuestros asuntos. —Piensas en

esto como molestias para mí, pero yo no lo considero así. Me sentiré mucho más tranquilo si ustedes

se quedan conmigo, pues si algo les llegase a pasar, no me lo perdonaría jamás. Elías dirigió su

profunda mirada directo a sus ojos. Anastasia se quedó callada por un momento y batalló por tomar

una decisión, pero al final levantó su mirada hacia el hombre delante de ella. —Entonces Alejandro y

yo te importunaremos un poco más. —Protegerlos es algo que debería hacer. —¿Le informaste a mi

papá de esto? —No te preocupes. Envié a mis hombres a que mantengan un ojo sobre la situación de

tu padre —aseguró Elías. El corazón acelerado de Anastasia al fin se pudo calmar gracias a él. Era

como si tuviera el poder para ganarse la confianza completa de la gente. —Gracias. Debería ir con

Fernanda y pedirle mi permiso para ausentarme. —Anastasia se retiró después de eso y, mientras

tanto, aprovechó para llamar a su papá. Él se mantuvo controlado, pues ya había experimentado

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muchas cosas en su vida. Estuvo feliz cuando se enteró de que Elías protegería a su hija y nieto, así

que le recordó: —Anastasia, no te sientas mal, pero tampoco dejes que el joven Palomares piense que

no estamos agradecidos por sus favores. ¡Por ahora, tú y Alejandro estén tranquilos con el joven

Palomares! —Tú también ten cuidado, papá. —¡No te preocupes por mí! Ya he pasado por muchas

cosas en mi vida. Situaciones como estas son inevitables en la industria del comercio —consoló

Franco. De hecho, la única razón por la que él podía actuar tan calmado era porque contaban con la

ayuda de Elías. Aunque Heriberto fuese un malnacido, no se atrevería a hacer algo frente a los

Palomares. Más adelante, Anastasia le mintió a Fernanda, diciendo que quería ir a cuidar a su papá

por una semana, por lo que ella aprobó el permiso sin dudarlo, aunque esperaba que Anastasia

pudiese terminar la orden que ya tenía, cuyo valor ascendía a los diez millones, durante su tiempo

libre. Anastasia no pudo evitar sentirse incómoda. Se preguntó cómo reaccionaría Fernanda si supiera

que el gran cliente de la orden era el gran presidente Palomares, que estaba a unos pisos arriba de

ellas. Una vez que todo quedó arreglado, Anastasia decidió regresar a casa y empacar algo de ropa

antes de ir a esconderse con Elías. Cuando algo como esto pasaba, ya ningún ego en el mundo era

más importante para ella que la seguridad de su hijo.