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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 289
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Capítulo 289

-iExacto! Si no se quería disculpar, ¿por qué la golpeó? Miren a la señorita Sarabia, pobrecita.

Anastasia sentía mucha presión mientras escuchaba a todos criticándola. Después de todo, solo ella y

Helen sabían que ella había intentado asesinarla en el agua. No obstante, todos los que la juzgaban

sin conocer la verdad la lastimaban de igual forma. Mientras tanto, Elías ignoró las miradas de la

multitud y tomó a una Anastasia casi inconsciente en sus brazos.

– Lleva a la señorita Sarabia adentro para que se cambie de ropa -ordenó a Ray.

-Elías… -gritó Helen, sollozando.

Su corazón se estrujó cuando vio que él se iba con Anastasia en sus brazos. Después de todo esa

actuación y drama, Anastasia se llevó la victoria, puesto que ella fue quien recibió el amor y el cuidado

de Elías, mientras que Helen no obtuvo ni una mirada de preocupación.

– No le cuentes a Alejandro lo que acaba de ocurrir. -Fue lo primero que pensó Anastasia una vez

entraron para cambiarse.

-iNo te preocupes! Le informaré a Miguel que no lo traiga para acá. Alejandro sigue en el cuarto de

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juegos –consoló Elías.

Anastasia apretó con fuerza la sábana con la que estaba cubierta al recordar lo viciosa que fue Helen.

Estaba segura de que Helen la había presionado en el agua con la intención de ahogarla.

—¿Por qué saltaste al agua cuando no sabes nadar? – preguntó Elías mientras fruncía. No era porque

la culpaba, sino que su corazón se estrujaba por lo preocupado que estuvo por ella.

-Hoy es el cumpleaños de tu abuela. Hubiera sido algo horrible si alguien moria en el contestó

Anastasia, expresando lo que sintió cuando pasó todo el incidente, aunque nunca se espero que

Helen, quien hace cinco años no sabía mantenerse a flote, hubiera aprendido a nadar.

-Saber que casi…

Elías no pudo terminar su oración, puesto que la sola idea de eso lo dejó aterrorizado. Ella estaría

muerta si él hubiera llegado unos segundos más tarde. En otras palabras, la única razón por la que

Anastasia seguía con vida era porque Elías actuó con prontitud y ejecutó un rescate exitoso. De lo

contrario, ella no estaría frente a él.

-Gracias – dijo Anastasia con sinceridad. No se podía imaginar lo que ocurriría con su hijo si ella

muriera.

-No quiero que me agradezcas. Quiero que valores tu vida en el futuro. No dejes que algo como esto

vuelva a ocurrir. Ya que te salve, ¿puedes intentar tener una buena vida? ¿Por mi? – preguntó

mientras sus ojos mostraban su preocupación y la tomaba entre sus brazos.

Anastasia aún sentía el impacto del incidente. En ese momento, levantó su mirada hacia Elías y, sin

pensarlo, dijo:

-Presidente Palomares, ime puedes prometer una cosa? Si algo me llega a ocurrir en el futuro. por

favor, cuida a Alejandro por mí.

-iTonterías! – Las palabras de Anastasia hicieron que su corazón temblara. Elías la agarró con más

fuerza mientras la miraba directo a sus ojos. —No dejaré que Alejandro pierda a su madre. Lo

criaremos juntos.

Anastasia parpadeó hacia él cuando lo escuchó. Su mirada era como un agujero negro que devoraba

su corazón. En ese momento, comenzó a sentirse mareada de nuevo. Elias la besó en la frente y le

dijo:

-Deja de darle vueltas al asunto. Descansa. -Su teléfono sonó de repente. Revisó quién llamaba y

contestó: —¿Qué sucede?

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– Presidente Palomares, la señorita Sarabia está intentando suicidarse -contestó Ray sin preámbulos.

-¿Que? —gruno Elias.

– Pide verlo. -Ray comenzaba a sonar nervioso al otro lado de la línea.

-Está bien, iré en seguida.-Elias colgó y arropó a Anastasia en la cama, para después decirle: –

Descansa. Necesito ir.

Como Elías estaba cerca de ella, Anastasia logró escuchar la conversación sobre Helen y el suicidio.

«iJa! Claro que ella continuaría con sus trucos para atraer a Elías».

– iSolo vete!

Como seguia cansada después de todo, Anastasia se recostó en su lado y cerró sus ojos. Por su

parte, cuando Elías llegó al cuarto de Helen, la vio parada frente a la ventana del tercer piso,

rehusándose a que se aproximaran. Tenía una pierna sobre la ventana, como si se fuera a caer en

cualquier momento.

-iHelen, regresa! -grito Elías mientras entraba, frunciendo sus cejas con mucha notoriedad.

-Al fin viniste a verme, Elias. -Helen tenia lágrimas corriendo por su rostro cuando notó que Elias

estaba ahi. -P-pensé que ya no te importaba. Si es así, prefiero morir -dijo, sollozando. Después de

eso, inclinó su cuerpo hacia afuera de la ventana.

-No seas tonta, Helen. Regresa. Vamos. -Elias estiró su mano, apurado.