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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 332
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Capítulo 332

Anastasia respiró profunda y al final se levantó de su silla. Mientras tanto, Elías estaba jugando con el

brazalete exquisito de mujer en su oficina. En su muñeca, llevaba un brazalete más grueso con el que

estaba jugando y este complementaba la edición limitada del reloj que llevaba. Cuando Anastasia

abrió la puerta para entrar, una sonrisa apareció en su rostro de inmediato. Después, la miró con sus

ojos profundos y se levantó con elegancia para caminar hacia ella.

-¿Por qué nunca me escuchas? —preguntó Elías con fastidio mientras miraba a Anastasia, quien

parecía molesta. Ella solo le hacía caso cuando él la amenazaba.

-Ve a que te den un reembolso. No quiero aceptar este regalo – dijo Anastasia sin piedad al ver el

brazalete en la palma de Elías, pero, justo después de decir eso, él la tomó por la muñeca e intentó

ponerle el brazalete a pesar de que ella lo había rechazado.

-¿Un reembolso? ¿Para qué? Quiero usar brazaletes de pareja contigo.

Y así fue como Anastasia terminó con un brazalete en tu muñeca. A pesar de que el diseño era

simple, las gemas que tenía probablemente no eran baratas.

-Se te ve muy lindo. No puedes quitártelo -dijo Elías.

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Anastasia observó el brazalete y se sintió en conflicto, pues no sabía si debía aceptarlo o regresarlo.

De pronto, Elías comenzó a desabotonar su camisa y Anastasia lo miró con alerta.

-¿Qué haces? —preguntó.

El hombre solo continuó desabotonando los primeros tres botones de su camisa, y, cuando lo hizo,

Anastasia notó un collar familiar en su cuello.

-¿Cómo conseguiste que lo hicieran tan pronto? -dijo Anastasia con sorpresa.

Era un collar que ella había diseñado antes para él y no se esperaba que lo usara tan pronto.

-Es un regalo de tu parte, claro que debía decirles que lo hicieran pronto. Lo recibí hoy. Estoy muy

satisfecho con él porque me queda bien -dijo Elías y después tocó el collar con afecto. Siempre

pensaré en ti cuando lo use.

De pronto, las mejillas de Anastasia se sonrojaron al escuchar eso.

– Tú lo compraste con tu propio dinero. ¿Qué relación tiene conmigo?

– Claro que tiene relación contigo. Este collar contiene tus sentimientos por mí. ¿Acaso los collares no

representan un cariño persistente? – preguntó Elías con una sonrisa.

El brazalete grueso y otro delgado parecían una serpiente macho y una hembra enroscadas entre sí,

lo cual fue lo que pensó Anastasia cuando diseñó el collar. No se imaginaba que Elías notara su

intención a primera vista. Su pregunta solo hizo que el rostro de Anastasia se sonrojara aún más

mientras decía:

-Si ese es el caso, ¿puedo tener mi comisión este mes?

Al escucharla, Elias hizo un sonido de fastidio antes de comenzar a quejarse:

-Si tanto te preocupa el dinero, ¿por qué no solo te casas conmigo? Obtendrías libertad financiera de

inmediato.

– Me siento mejor cuando gasto el dinero que yo misma me gano. No se compara con gastar el dinero

de alguien más desafió Anastasia con una ceja alzada.

Elias no podía pensar en una mejor respuesta, así que se quedó callado por un momento antes de

hacerle una invitación de repente.

-Hay que almorzar juntos.

-No puedo -rechazó Anastasia de inmediato—. Ya tengo planes con alguien.

-¿Con quién? —preguntó Elias de inmediato al pensar que podría tratarse de Mario.

Anastasia haría lo que sea para no almorzar con él, así que respondió enseguida:

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-Con Fernanda.

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– Cancela. Ya he reservado una mesa para nosotros -insistió Elías, pues quería llevarla a un buen

lugar para almorzar.

Anastasia se quedó sin palabras, pues el hombre la había dejado sin opción. Después de eso, ella lo

miró con intensidad y dijo:

–Elías, ¿puedes dejar de ser tan dominante?

-De acuerdo, seré más gentil – dijo Elías antes de continuar con una sonrisa–. Pero solo si dejas de

rechazarme.

Anastasia se quedó en silencio por un momento y al final respondió:

-Entonces aceptaré el brazalete, pero por cortesía, también te daré un regalo. Esta tarde te compraré

lo que quieras.

Esa era la única solución que se le ocurrió, pues no podía solo tomar sin dar algo de vuelta. Al

escuchar que ella quería darle algo también, Elías sonrió antes de preguntar con alegría:

-¿Sí? ¿Puedes darme todo lo que quiera?

– Mientras pueda pagarlo, sí —respondió Anastasia mientras se mordía su labio rojo ligeramente.

-De acuerdo. ¡Entonces elige ropa interior para mí!

– Pero no sé cómo elegir esas cosas -rechazó Anastasia con desconcierto.

-¿Cómo que no sabes? ¿Quieres decir que no sabes mi medida? —De pronto, Elias tomó la muñeca

de Anastasia y la presionó contra su abdomen bajo-. Entonces siéntelo con tus propias manos.